miércoles, 24 de noviembre de 2010

Una mosca y su Clipper (por Tara Mejías)

Eran las cinco de la mañana y como tal madrugadora, esta mosca ya estaba preparada para iniciar su día y, por supuesto, el lugar perfecto para ello era el Centro Comercial Atlántico.
La mosca estaba muy emocionada por este lugar que era su favorito, 
porque siempre encontraba un suculento banquete en un cubo plateado, que para ella era como la cubertería más elegante y con un extra: una bolsa de basura negra, en cuyo interior se encontraban los manjares que esperaba con ansia. Acercándose a su banquete iba disfrutando del olor, que, sin embargo, para los humanos hubiese sido uno de los peores del mundo.
No se lo pensó ni dos veces, se lanzó directamente hacia la comida y empezó a disfrutar, embobada, con lo que estaba haciendo. De pronto, le llegó una brisa y por encima del olor de la basura le llegó otro que no pudo ignorar. Curiosa revoloteó alrededor siguiéndolo y nada, lo había perdido; triste  siguió con su atracón. Después de un rato se exaltó. ¡Había aparecido de nuevo! La mosca rápidamente salió del cubo de basura para buscarlo de nuevo, pero tan rápido lo había olido como se había ido. La mosca se dijo para sí misma que la próxima vez no se le escaparía y siguió con lo que estaba haciendo,… Y esperando a que el olor volviera. Pero no apareció, con el tiempo fue creyendo que no volvería a oler esa magnífica fragancia. Ya se iba del cubo cuando, no se lo podía creer, apareció por tercera vez. Volando fue rastreando, cada vez se sentía que estaba más cerca y cerca, y por fin, no se lo había creído, la fragancia provenía de una botella transparente que tenía una etiqueta en rosa que tenía escrito “ Clipper”, y que estaba en la mano de una niña que mantenía una conversación con otro humano. La mosca, sin aguantarse, se acercó y, cuando estuvo en la botella, percibió que el olor era de un líquido rosa burbujeante. De la emoción por haberla encontrado la fragancia casi se vuelve loca. Sabía que no podría resistirse, y antes de tirarse hacia el líquido, lo último que oyó fue lo que la niña había dicho:

-Y este es el motivo por el que mis padres se divorciaron.

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